Formación Espiritual

Por Qué Creo En La Biblia

“La Palabra de Dios sirve como nuestro guía en el diario trajín, capaz de indicarnos el camino a seguir y fortalecernos paso a paso.” by El Mayor David Repass

Crecí rodeado de libros. No sólo abundaban en nuestros lugares de estudio, pero principalmente en nuestro hogar. Mi padre es un ávido lector que enseñó a mi hermana y yo el amor por la lectura. En verdad, a través de lo impreso y en los modernos medios de publicación no hay limitaciones en cuanto a lo que podemos aprender del mundo, de otras culturas, y aún de nosotros mismos. Se estima hoy que no menos de un millón de libros son publicados cada año a través de todo el mundo.

Cabe entonces preguntar la importancia de la Biblia en ese océano de otras presentaciones. ¿Por qué es que este singular tomo predomina sobre todas las otras obras literarias? Yo comenzaría la respuesta por el hecho de que la Biblia es una ofrenda divina. Si bien humanos tomaron las plumas en sus manos, la inspiración de lo que compartieron originó en la mente de Dios (2 Pedro 1:21).

La Biblia es el compendio de todo lo que Dios quiere compartir con nosotros. En sus paginas, vemos la historia de la humanidad y el despliegue de Su amor por todo lo que creó; comenzando con los que creó en Su imagen (Génesis 1:27). Cada sagrada página añade al entendimiento de quien Él es, cómo Él se comporta para con nosotros y cuál es Su plan para salvar al mundo de sus pecados.

Algunos hablan de la Biblia como una “carta de amor” expresando Su entrañable deseo por nuestro bien eternal. Otros la describen como una vasta disertación sobre la grandeza y naturaleza de Dios. Muchos más hay quien la toman simplemente como la mejor colección de reglas que nos pueden ayudar a vivir mejor.

Ciertamente el hecho de que este santo libro ha atravesado centenares de años protegido e intacto es nada menos que un milagro. Añadimos a esto que estas páginas han sido celosamente copiadas, cuidadosamente traducidas y apasionadamente distribuidas por todas las naciones. ¡Aún muchos han preferido sufrir la pena de muerte antes de denigrar este libro nos muestra el poder del Dios que inspiró la Biblia (Daniel 3:16-18)!

Tanto deseó Dios comunicarse directamente con nosotros que decidió hacerlo a través de Sus propios siervos, obedientes al Espíritu Santo quien les instó poner en papiro y pergaminos Sus dictámenes (2 Timoteo 3:16-17). Fue Dios quien inició esta conversación con la expresa intención de proveernos la herramienta más útil para nuestro trayecto terrenal. Dios eligió este perdurable método capaz de comunicar a nuestros corazones y mentes quien es Él único que nos ama con perfecto amor.

Por esto, sólo la Biblia puede ser la base sobre la cual podemos establecer nuestra vida confiadamente. Su Palabra contiene todas las verdades que Él compartió para que podamos sostenernos en las tormentas. Jesús clarificó que todos sufriremos “lluvias y vientos” durante nuestra estadía sobre este planeta. Los que escuchan y obedecen Sus instrucciones no son inmunes a dificultades, pero no caerán (Mateo 7:24-27).

La Palabra de Dios sirve como nuestro guía en el diario trajín, capaz de indicarnos el camino a seguir y fortalecernos paso a paso. Juan, el Evangelista, nos presenta a Jesucristo, quien dijo, “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12 NVI). También Su luz nos ayuda en nuestras relaciones con otros pues operamos en la verdad (1 Juan 1:5-7, 2:9-11). 

Toda sabiduría proviene de Dios (Proverbios 2:6) que ofrece liberalmente (Santiago 1:5); Él desea nuestro bien. Dios quiere que tengamos una larga y calmada vida (Proverbios 3:2), buena reputación (Proverbios 3:4), buena salud (Proverbios 3:8) … ¡Podemos continuar por todo el libro de Proverbios añadiendo a esta lista!

Las Sagradas Escrituras son más que la fuente de sabiduría que ha perdurado por milenios orientando a millones de almas descarriadas por el enemigo. El ineludible milagro es que, a través de Su Palabra, Dios cambia las vidas de los que la usan para su salvación y santificación. Moisés escuchó la voz de Dios y descartó su anonimidad en el desierto por liderar al pueblo israelita por cuarenta años. Samuel no rechazó el llamado divino a una temprana edad, emprendiendo en un ministerio que confrontaría al pueblo de Dios por su rechazo del Altísimo. El poderoso Rey David cayó arrepentido de sus pecados al escuchar un simple mensaje del profeta Natán. Al escuchar la lectura de Esdras, todos los israelitas se llenaron de gozo al comprender de la gracia de Dios. 

Vez tras vez, la Biblia demuestra su propósito en transformar nuestra pobre escusa por vivir en una irreprensible fuente de gozo, paz y amor (Juan 7:38). La mujer samaritana dejó su cántaro y corrió gritando a todo el pueblo Quién había venido al vecindario. A Lázaro, que abrió su hogar para que Jesús enseñara, le fue dado el don de un irrefutable testimonio: muerto por cuatro días, volvió a contar su historia. Saulo comenzó persiguiendo a los del Camino; pero después de un encuentro con el Hijo de Dios se dedicó a propagar ese mismo evangelio, escribiendo mucho del Nuevo Testamento.

Mi vida también fue transformada por este libro sagrado. Al ver la manera en que mis padres escudriñaron sus páginas, cómo alinearon sus vidas conforme a sus enseñanzas, yo vi de primer plano el poder del Espíritu Santo. La Biblia no era un libro relegado al templo sino la métrica central de su existencia. 

Por todas estas cosas (y más) puedo decir, creo que las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamentos fueron dadas por inspiración de Dios, y que sólo ellas constituyen la regla divina de fe y prácticas cristianas. 

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